Una correcta poda en formación va a llevar a que haya mayor aireación en los huertos a futuro y va a tender a que tengamos una mejor sanidad interna en la copa del árbol.
Nicolás Manterola, ingeniero agrónomo y asesor de avellanos.
El avellano al ser una planta decidua que tiende a desarrollarse de manera arbustiva es propenso a emboscarse hacia el interior del follaje de manera muy rápida, lo que se traduce en una disminución progresiva de sus yemas reproductivas si no se adecua su estructura desde los estados iniciales de la planta. Por ende, una correcta labor de poda desde los inicios es importante para el futuro productivo de este árbol, la que además ayudará a que haya mayor aireación a futuro y a propiciar una mejor sanidad interna en la copa del árbol.
Una adecuada poda de formación, realizada durante los primeros 3 o 4 años del establecimiento del árbol es primordial para formar el esqueleto y estructura de éste.
Nicolás Manterola, ingeniero agrónomo y Licenciado de la Universidad de California de Davis, quién se desempeña como asesor de frutos secos, señala, “generalmente las podas iniciales se hacen en verano cuando el árbol tiene las hojas activas, esto tiene como objetivo la multiplicación de las ramillas laterales para formar la correcta estructura del árbol y luego para formar el esqueleto de cada rama principal (espina de pescado). De esa manera podemos dejar un árbol bien equilibrado entre raíz y follaje”, sostiene.
En estos primeros 3 años se van haciendo cortes dirigidos a través de la poda manual para que el árbol crezca adecuadamente y no formemos ramas cruzadas o un emboscamiento futuro.
Poda estructural
Al tercer o cuarto año se realiza la llamada “poda estructural “o de producción, la que busca conducir al árbol con una copa abierta para que éste se siga desarrollando de manera correcta y así obtener ramas estructurales productivas (brazos principales) con ángulos y direcciones adecuadas. Las ramas secundarias y terciarias luego de los años se van poniendo leñosas y se vuelven menos productivas, al no poder recibir de manera óptima la luz.
En cuanto a las ramas primarias, las más juveniles son las que van a obtener mayor producción porque están más abiertas y tienen mayor intercepción de luz. Las ramas terciarias y secundarias tienden a envejecer más rápido, lo que conlleva a que aumente la mortandad de yemas productivas porque tienden a no florecer y a no polinizarse correctamente si el árbol no es podado de la manera adecuada.
“No es que el avellano deba ser siempre podado, indica Manterola, “pero sí revisar que su estructura interna tenga una adecuada intercepción de luz y su entorno esté bien aireado”. De hecho, uno de los mayores costos asociados a este cultivo tiene directa relación con la labor de poda.
“Esto ha sido un verdadero dolor de cabeza para los productores durante las últimas temporadas”, señala el agrónomo.
En la etapa de producción del árbol lo que se recomienda hacer es ir controlando el crecimiento o la formación de sierpes. También cuidar que las ramas internas no se descontrolen, para que no vayan desarrollándose tipo chupón, lo que provoque ese emboscamiento interno.
Con la idea de mantener ese equilibrio vegetativo y productivo del árbol, donde favorecemos la iluminación interna en la copa del árbol, es significativo que haya una aireación para no provocar la infestación de hongos de la madera y bacterias, los que en definitiva producen por mortandad de yemas y dardos florales (ramas secas).
La poda estructural también sirve para disminuir la tasa de vigorización del árbol, lo que puede provocar menos producción de yemas reproductivas. El ciclo metabólico del avellano es muy especial, ya que es un período en el que se produce la diferenciación floral o de yemas, donde por un lado se están produciendo las yemas vegetativas y por otro las productivas. Así, un excesivo vigor puede conducir a que se formen más yemas vegetativas que florales, lo que a futuro podría llevar a una menor producción.
“Hoy conocemos que hay una gran cantidad de hongos en la madera que son provocadas por este emboscamiento y por la falta de luz y de aireación”, indica el agrónomo.
Poda mal ejecutada
Si es que no se logra realizar este proceso de manera correcta va a haber un exceso de emboscamiento y existirá una mayor mortandad de yemas y de brotes reproductivos, por ende, esas ramillas laterales o secundarias van a producir menos cantidad de frutos.
Productivamente hablando los avellanos duran más de 20 años. En la actualidad hay huertos de 10-15 años que han sido mal formados desde sus inicios, los cuáles han presentado bajas productivas principalmente porque están muy emboscados en las ramas terciarias y secundarias. El ataque de hongos de la madera y bacterias, además de no tener una correcta iluminación y aireación en sus centros frutales, son factores que no permiten mantener un correcto equilibrio entre el crecimiento vegetativo/productivo y el vigor controlado.
“Si esto no se hizo bien al comienzo se puede compensar, pero aumentan los costos de manejo, porque los primeros años van a ser menos productivos, vas a intentar recuperar las ramas perdidas, el avellano tiende a formar rápidamente sierpes, si uno no forma bien esas ramas, van a ser ramas internas improductivas y no productivas con ángulos externos. El avellano es un árbol que le cuesta mucho recuperar sus centros frutales, por esta mortandad de sus yemas. Yo he visto que un centro frutal no se alcanza a recuperar en uno o dos años”, sostiene Manterola.