Por la doctora Lorena Barra, encargada del Centro Tecnológico de Control Biológico INIA.
La agricultura mundial enfrenta importantes desafíos, a los ya conocidos efectos del cambio climático, se le agrega un rápido agotamiento de los recursos naturales, pérdida de biodiversidad, conflictos internacionales y problemas sanitarios globales, todo influye directa o indirectamente en el sector agrícola, sector que tiene la importante misión de proveer de alimentos a una creciente población mundial.
Hoy ya no sirve producir más con menos, sino que hay que producir más, con mayor calidad, con un uso eficiente de los recursos que son cada vez más escasos y con la mínima cantidad de externalidades negativas, tanto para las personas como para el medio ambiente. En este contexto los bioinsumos contribuyen de manera concreta a enfrentar parte de los desafíos del sector, en particular el control biológico, que dejo de ser una disciplina de uso ocasional para pasar a ser una necesidad transversal en los sistemas productivos agrícolas actuales.
Cabe mencionar que, en 2010, Chile firmó el Acuerdo de Adhesión a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y al hacerse miembro, el país adquirió compromisos relacionados con la regularización del uso de los agroquímicos y el aseguramiento de un alto nivel de protección para la salud humana, animal y ambiental, disminuyendo los riesgos como consecuencia de la disminución del comercio y uso de plaguicidas. La tarea no sería fácil, se fijaron metas de reducción de pesticidas que debían ser cumplidas hacia fines de 2014 pero, por el contrario, el consumo de pesticidas químicos a nivel nacional ha aumentado de forma sostenida a través de los años.
El control biológico en Chile
Por todos es sabido que una importante parte de las plagas y enfermedades agrícolas y forestales que existen en Chile son exóticas y han sido introducidas al país por distintas vías, incluyendo el turismo, embalaje de productos, barcos, aviones y como resultado de la autodispersión de algunas especies. Una vez introducidas normalmente no cuentan en el país con sus enemigos naturales y sus poblaciones se pueden multiplicar y dispersar fácilmente. Sin embargo, la mayoría de las plagas y patógenos tienen antagonistas y justamente el control biológico se basa en el uso de estos antagonistas para reducir sus poblaciones por debajo del umbral de daño económico. El control biológico es una herramienta validada científicamente, que suma miles de trabajos de investigación por más de 100 años, mediante el uso de diversos agentes, para distintos problemas fitosanitarios y de aplicación en varios cultivos.
En Chile el control biológico tiene una larga historia, comenzó 1903 con la introducción del insecto Rhyzobius ventralis (Erichson), un coccinélido depredador de huevos y ninfas de la conchuela negra del olivo Saissetia oleae(Olivier) por el agricultor Teodoro Schneider. Esta plaga se encontraba presente en el territorio nacional desde 1868, siendo uno de los primeros países en Sudamérica en ser afectado. Después de esta iniciativa, el Ministerio de Agricultura comenzó un programa para introducir insectos benéficos en 1915 y desde entonces el control biológico clásico dominó la práctica, con más de 200 especies de insectos benéficos introducidos a Chile para el control de diversas plagas. Muchos de los enemigos naturales introducidos mediante diversos programas se han establecido con éxito y hasta la hoy controlan las plagas sin que los agricultores se den cuenta.
Por otro lado, el uso de agentes microbianos para el control biológico comenzó en la década de 1950, uno de los pioneros fue el investigador Samson Dutky quien estudió el efecto de un hongo entomopatógeno (HEP) en el control de Hylamorpha elegans (Burmeister), presente en las regiones del sur de Chile que fue una plaga primaria de trigo y praderas. Por su parte, los primeros reportes de control biológico de insectos con nemátodos entomopatógenos (NEP), también se remontan a los años 50, cuando el nemátodo Steinernema fue usado para el control de varias plagas de suelo, incluyendo larvas de coleópteros (H. elegans, Pantomorus cervinus (Boh.) (Curculionidae)) y de lepidópteros (Dalaca noctuides, Agrotys sp.).
Posteriormente numerosos microorganismos se han investigado y desarrollado en el país para controlar diversas plagas y enfermedades.
La demanda de agentes de control biológico ha aumentado significativamente en los últimos años, lo que se debe en parte al mayor interés de las empresas agrícolas y productores por cumplir con las regulaciones nacionales e internacionales para el uso de pesticidas químicos, así como la necesidad de incorporar tecnologías más sostenibles en sus sistemas productivos. Esta situación ha despertado el interés de empresas de base tecnológica, centros de investigación, universidades e institutos por realizar investigación, transferencia de tecnología y comercialización de agentes de control biológico.
Importantes empresas nacionales proporcionan biocontroladores como Bionativa, Biogram, Agri Marine Terra, Biobichos y Xilema, entre otros. Algunas empresas han surgido como “spin off” de universidades como la empresa Biopacific, que actualmente cuenta con capitales extranjeros para fabricar y comercializar productos biológicos. También durante los últimos años a aumentado el número de empresas internacionales presentes en el mercado chileno.
Otras compañías, como Natural Chile y Controlbest, se han enfocado en brindar servicios integrales asociados con el control biológico, como el monitoreo de plagas y el manejo integrado de plagas (MIP).
Muchas de las empresas mencionadas anteriormente participan voluntariamente en la “Red Nacional de Bioinsumos” (www.bioinsumos.cl), una entidad técnica creada en 2014 que agrupa además a organizaciones gubernamentales, agricultores y profesionales.
Control biológico en INIA
Al trabajo realizado por el Ministerio de Agricultura, diversas universidades y empresas en este ámbito, se suma la importante contribución del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), quien después de largos años de investigación de diversos agentes de control biológico crea en 2007 el primer Centro Tecnológico de Control Biológico (CTCB) del país, ubicado en el Centro de Regional de Investigación INIA-Quilampau, Chillán, Región de Ñuble. Actualmente en el CTCB se realiza investigación aplicada y desarrollo tecnológico en cinco ámbitos: ecología química, control biológico de plagas con depredadores y parasitoides, control biológico de patógenos de plantas, control biológico de plagas con microorganismos y hongos endófitos.
En el CTCB también se hacen estudios de calidad de agentes microbianos de control biológico, compatibilidad de biocontroladores en base a microorganismos con agroquímicos, técnicas de aplicación, desarrollo de formulaciones, escalamiento a nivel piloto, entre otros. El CTCB ha ejecutado más de 30 iniciativas orientadas al control biológico de plagas y enfermedades de interés agrícola y forestal. En la actualidad se están realizando investigaciones para el control de: cabritos (Aegorhinus spp.) y Xantomonas en avellano europeo con endófitos; pudrición parda de frutos de castaño (Gnomoniopsis smithogilvyi) con hongos y bacterias benéficas, Botrytis spp. en frutales, vides y hortalizas; y de patógenos de la madera en diversos frutales.
El centro se ha enfocado, además, en el fortalecimiento de la transferencia tecnológica y la extensión, con el objetivo hacer un uso adecuado de las tecnologías de control biológico. Se realizan eventos científicos como: el Simposio Chileno de Control Biológico que en 2022 tuvo su quinta versión; de transferencia tecnológica como la Feria Tecnológica de Control Biológico; actividades de formación para profesiones, técnico y agricultores como cursos especializados y talleres; además de un importante trabajo de difusión a nivel nacional e internacional, mediante charlas, elaborando material técnico, artículos divulgativos y notas de prensa (www.controlbiologicochile.com).
Finalmente cabe destacar que el control biológico dejo de ser una disciplina de uso ocasional para transformarse en una herramienta necesaria de uso frecuente, como base del manejo integrado de plagas y enfermedades para la agricultura actual y del futuro. Chile se ha preparado con tiempo realizando investigación y desarrollo para disponer de una importante oferta de tecnologías para agricultura nacional; sin embargo, aún en necesario avanzar en materia de empaquetamiento tecnológico para una pronta llegada de estos desarrollos a los agricultores.
A su vez, también hay que avanzar con políticas públicas para incentivar el uso del control biológico a todo nivel. Partiendo de la agricultura familiar campesina hasta la fruticultura de exportación; subsidiar la adquisición de biocontroladores para una rápida incorporación en la agricultura nacional; fomentar la colaboración público y privada para enfrentar de forma oportuna con soluciones biológicas nuevas plagas y enfermedades que ingresan al territorio y promover el estudio de esta disciplina en la educación técnica y universitaria, entre otras prioridades.
*Todas las imágenes son de autoría del INIA.
Por la doctora Lorena Barra, encargada del Centro Tecnológico de Control Biológico INIA.
La agricultura mundial enfrenta importantes desafíos, a los ya conocidos efectos del cambio climático, se le agrega un rápido agotamiento de los recursos naturales, pérdida de biodiversidad, conflictos internacionales y problemas sanitarios globales, todo influye directa o indirectamente en el sector agrícola, sector que tiene la importante misión de proveer de alimentos a una creciente población mundial.
Hoy ya no sirve producir más con menos, sino que hay que producir más, con mayor calidad, con un uso eficiente de los recursos que son cada vez más escasos y con la mínima cantidad de externalidades negativas, tanto para las personas como para el medio ambiente. En este contexto los bioinsumos contribuyen de manera concreta a enfrentar parte de los desafíos del sector, en particular el control biológico, que dejo de ser una disciplina de uso ocasional para pasar a ser una necesidad transversal en los sistemas productivos agrícolas actuales.
Cabe mencionar que, en 2010, Chile firmó el Acuerdo de Adhesión a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y al hacerse miembro, el país adquirió compromisos relacionados con la regularización del uso de los agroquímicos y el aseguramiento de un alto nivel de protección para la salud humana, animal y ambiental, disminuyendo los riesgos como consecuencia de la disminución del comercio y uso de plaguicidas. La tarea no sería fácil, se fijaron metas de reducción de pesticidas que debían ser cumplidas hacia fines de 2014 pero, por el contrario, el consumo de pesticidas químicos a nivel nacional ha aumentado de forma sostenida a través de los años.
El control biológico en Chile
Por todos es sabido que una importante parte de las plagas y enfermedades agrícolas y forestales que existen en Chile son exóticas y han sido introducidas al país por distintas vías, incluyendo el turismo, embalaje de productos, barcos, aviones y como resultado de la autodispersión de algunas especies. Una vez introducidas normalmente no cuentan en el país con sus enemigos naturales y sus poblaciones se pueden multiplicar y dispersar fácilmente. Sin embargo, la mayoría de las plagas y patógenos tienen antagonistas y justamente el control biológico se basa en el uso de estos antagonistas para reducir sus poblaciones por debajo del umbral de daño económico. El control biológico es una herramienta validada científicamente, que suma miles de trabajos de investigación por más de 100 años, mediante el uso de diversos agentes, para distintos problemas fitosanitarios y de aplicación en varios cultivos.
En Chile el control biológico tiene una larga historia, comenzó 1903 con la introducción del insecto Rhyzobius ventralis(Erichson), un coccinélido depredador de huevos y ninfas de la conchuela negra del olivo Saissetia oleae(Olivier) por el agricultor Teodoro Schneider. Esta plaga se encontraba presente en el territorio nacional desde 1868, siendo uno de los primeros países en Sudamérica en ser afectado. Después de esta iniciativa, el Ministerio de Agricultura comenzó un programa para introducir insectos benéficos en 1915 y desde entonces el control biológico clásico dominó la práctica, con más de 200 especies de insectos benéficos introducidos a Chile para el control de diversas plagas. Muchos de los enemigos naturales introducidos mediante diversos programas se han establecido con éxito y hasta la hoy controlan las plagas sin que los agricultores se den cuenta.
Por otro lado, el uso de agentes microbianos para el control biológico comenzó en la década de 1950, uno de los pioneros fue el investigador Samson Dutky quien estudió el efecto de un hongo entomopatógeno (HEP) en el control de Hylamorpha elegans (Burmeister), presente en las regiones del sur de Chile que fue una plaga primaria de trigo y praderas. Por su parte, los primeros reportes de control biológico de insectos con nemátodos entomopatógenos (NEP), también se remontan a los años 50, cuando el nemátodo Steinernema fue usado para el control de varias plagas de suelo, incluyendo larvas de coleópteros (H. elegans, Pantomorus cervinus (Boh.) (Curculionidae)) y de lepidópteros (Dalaca noctuides, Agrotys sp.).
Posteriormente numerosos microorganismos se han investigado y desarrollado en el país para controlar diversas plagas y enfermedades.
La demanda de agentes de control biológico ha aumentado significativamente en los últimos años, lo que se debe en parte al mayor interés de las empresas agrícolas y productores por cumplir con las regulaciones nacionales e internacionales para el uso de pesticidas químicos, así como la necesidad de incorporar tecnologías más sostenibles en sus sistemas productivos. Esta situación ha despertado el interés de empresas de base tecnológica, centros de investigación, universidades e institutos por realizar investigación, transferencia de tecnología y comercialización de agentes de control biológico.
Importantes empresas nacionales proporcionan biocontroladores como Bionativa, Biogram, Agri Marine Terra, Biobichos y Xilema, entre otros. Algunas empresas han surgido como “spin off” de universidades como la empresa Biopacific, que actualmente cuenta con capitales extranjeros para fabricar y comercializar productos biológicos. También durante los últimos años a aumentado el número de empresas internacionales presentes en el mercado chileno.
Otras compañías, como Natural Chile y Controlbest, se han enfocado en brindar servicios integrales asociados con el control biológico, como el monitoreo de plagas y el manejo integrado de plagas (MIP).
Muchas de las empresas mencionadas anteriormente participan voluntariamente en la “Red Nacional de Bioinsumos” (www.bioinsumos.cl), una entidad técnica creada en 2014 que agrupa además a organizaciones gubernamentales, agricultores y profesionales.
Control biológico en INIA
Al trabajo realizado por el Ministerio de Agricultura, diversas universidades y empresas en este ámbito, se suma la importante contribución del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), quien después de largos años de investigación de diversos agentes de control biológico crea en 2007 el primer Centro Tecnológico de Control Biológico (CTCB) del país, ubicado en el Centro de Regional de Investigación INIA-Quilampau, Chillán, Región de Ñuble. Actualmente en el CTCB se realiza investigación aplicada y desarrollo tecnológico en cinco ámbitos: ecología química, control biológico de plagas con depredadores y parasitoides, control biológico de patógenos de plantas, control biológico de plagas con microorganismos y hongos endófitos.
En el CTCB también se hacen estudios de calidad de agentes microbianos de control biológico, compatibilidad de biocontroladores en base a microorganismos con agroquímicos, técnicas de aplicación, desarrollo de formulaciones, escalamiento a nivel piloto, entre otros. El CTCB ha ejecutado más de 30 iniciativas orientadas al control biológico de plagas y enfermedades de interés agrícola y forestal. En la actualidad se están realizando investigaciones para el control de: cabritos (Aegorhinus spp.) y Xantomonas en avellano europeo con endófitos; pudrición parda de frutos de castaño (Gnomoniopsis smithogilvyi) con hongos y bacterias benéficas, Botrytis spp. en frutales, vides y hortalizas; y de patógenos de la madera en diversos frutales.
El centro se ha enfocado, además, en el fortalecimiento de la transferencia tecnológica y la extensión, con el objetivo hacer un uso adecuado de las tecnologías de control biológico. Se realizan eventos científicos como: el Simposio Chileno de Control Biológico que en 2022 tuvo su quinta versión; de transferencia tecnológica como la Feria Tecnológica de Control Biológico; actividades de formación para profesiones, técnico y agricultores como cursos especializados y talleres; además de un importante trabajo de difusión a nivel nacional e internacional, mediante charlas, elaborando material técnico, artículos divulgativos y notas de prensa (www.controlbiologicochile.com).
Finalmente cabe destacar que el control biológico dejo de ser una disciplina de uso ocasional para transformarse en una herramienta necesaria de uso frecuente, como base del manejo integrado de plagas y enfermedades para la agricultura actual y del futuro. Chile se ha preparado con tiempo realizando investigación y desarrollo para disponer de una importante oferta de tecnologías para agricultura nacional; sin embargo, aún en necesario avanzar en materia de empaquetamiento tecnológico para una pronta llegada de estos desarrollos a los agricultores.
A su vez, también hay que avanzar con políticas públicas para incentivar el uso del control biológico a todo nivel. Partiendo de la agricultura familiar campesina hasta la fruticultura de exportación; subsidiar la adquisición de biocontroladores para una rápida incorporación en la agricultura nacional; fomentar la colaboración público y privada para enfrentar de forma oportuna con soluciones biológicas nuevas plagas y enfermedades que ingresan al territorio y promover el estudio de esta disciplina en la educación técnica y universitaria, entre otras prioridades.
*Todas las imágenes son de autoría del INIA.