Plantar el cultivo en zonas con baja incidencia de heladas, tener muy en cuenta que la calidad del fruto dependerá de plantas de calidad y que el almendro es muy demandante de agua; son las claves que todo productor debiera conocer antes de establecer un huerto. De ello, dependerá el éxito o fracaso de un huerto.
Les compartimos la entrevista realizada por el equipo periodístico de Redagrícola a nuestro director Rodrigo Rivadeneira.
“Si los productores quieren obtener altas productividades en un huerto de almendros, los aspectos principales que deben considerar son el clima, selección de la planta y diseño del riego”, plantea el asesor Rodrigo Rivadeneira, especialista en el cultivo del almendro en la empresa Trinuts y Cofundador de Planetnuts.cl. Esas son las claves en un cultivo que es supercompetitivo en el planeta y en el que Chile solo produce menos del 1% de la oferta global. “Por lo tanto, tenemos que ser más competitivos y eficientes”, subraya.
Según datos de Odepa, Chile cuenta actualmente con una superficie cultivada de 9.387 hectáreas (ha) de almendros ubicadas principalmente en las regiones Metropolitana y O´Higgins. Y es que el almendro es sensible a las condiciones climáticas, pudiendo soportar temperaturas de hasta -1,5°C durante un par de horas, antes de agosto. Sin embargo, si estas son aún menores o extremas, podrían provocar daños en la flor. “Y si ocurren en septiembre, en el período de cuaja el almendro resistirá a -0,5°C por dos horas, pero una temperatura de -1,5°C sí provocará daños, mientras que, con una temperatura de -2 °C es seguro que perdamos el 80% e incluso el 90% de la fruta. Por lo tanto, son ideales en climas libres de heladas para que el almendro prospere”, explica el asesor.
Ello hace que toda planificación de un huerto nuevo deba tener en cuenta el factor climático. Es decir, buscar una locación que esté libre de heladas en plena floración. “Son climas más exigentes, donde también hay otros cultivos, por ejemplo, el cerezo, palto y cítricos”, advierte el especialista.
El segundo factor que debieran tener en cuenta los agricultores es la selección de plantas que se solicitan a los viveros. “No hay que comprar las plantas, sino mandarlas a hacer, porque la calidad de estas es un punto clave”, remarca. Para ello, los productores debieran elegir un vivero confiable, que garantice la calidad del material vegetal, también en la parte fitosanitaria de este. “Nosotros hacemos énfasis en la ‘pega’ del vivero, hacemos un seguimiento de la planta que mandamos a hacer para que cumpla con la calidad que solicitamos”, sostiene.
El tercer aspecto fundamental es el riego, sobre todo porque el almendro es un cultivo altamente demandante de agua en momentos muy clave. “Un huerto de almendros, lo manejamos en una densidad de entre 280 y 350 plantas por hectárea, donde un solo árbol tiene bastante metros cuadrados que cubrir o enraizar. Por lo tanto, es imprescindible mojar de manera óptima toda esa superficie”, explica sobre un cultivo que necesita entre 9.000 y 10.000 m3/ha/año de agua de riego, a la que se sumará el agua que cae de las precipitaciones, que este año han sido más abundantes que los anteriores.
Rivadeneira señala que estas etapas son claves, ya que todo comienza antes de la cosecha. “Para mí la cosecha es algo operativo, si produjiste 3.000 kilos por hectárea, si cosechaste con máquinas o si lo haces de forma manual; la cosecha se realizará de igual forma. Por lo tanto, es operativa, no vas a tener mayor o menor éxito dependiendo de la cosecha. Si una cosecha mecanizada agiliza y no depende tanto de la mano de obra. En cambio, si eliges bien la zona, la planta y el riego, puedes asegurarte tener éxito en la productividad”, afirma.
La importancia del suelo
Antes de plantar, la elección del suelo es fundamental para el diseño de riego y, por consiguiente, para la productividad de este cultivo. Eso, porque este es un cultivo que puede plantarse en suelos poco profundos, aunque hay que tener en cuenta que, a mayor profundidad y mayor drenaje del suelo, habrá mayor desarrollo radicular y una más alta disponibilidad de agua y nutrientes, “mejorando considerablemente los estados vegetativo y productivo del árbol”, subraya Rivadeneira.
Algunas de las ventajas del almendro es su mayor tolerancia a tipos de suelos, a diferencia del nogal, que es más demandante por la calidad del terreno. En cambio, el almendro, como ocurre en diferentes zonas de producción en Chile, puede prosperar en suelos con diferentes características, desde arcillosos a terrenos arenosos. “El almendro se adapta bastante mejor, entonces no vemos una limitante tan grande del suelo si hacemos un buen manejo preparación y subsolado.
Con un buen estudio de suelo podremos hacer nuestro diseño de riego basándonos en la capacidad química y fisca del suelo y también sectorizar por capacidad de estanque de cada sector, sostiene Rivadeneira y añade que, hay suelos en los que debe trabajar con máquinas bulldozer y otros donde se trabajará con excavadora, evaluar el subsolado si es necesario cruzar lo más probable sea que si. “Es muy importante hacer una sectorización en los tipos de suelos. Así, dependiendo del tipo de suelo, hacemos el manejo de preparación. No podemos plantar todo igual. Así también, los sectores de riego irán orientados a los diferentes tipos de suelo”, agrega.
Manejos para lograr altas productividades
Actualmente, las producciones promedio de un huerto de almendros están en torno a 2,500 kg/ha y 3.000 kg/ha. Para lograr estos rendimientos, la fertilización es un aspecto fundamental, en tres etapas claves del cultivo. Los tres primeros años se busca formar la estructura y madera, “tratando de llevarlo a un crecimiento muy vigoroso y rápido, con el fin de llenar todos los espacios. Con ello, al tercer año, ya logramos que los árboles llenen el espacio y tengan el potencial productivo”, sostiene.
Lo primero es la formación de los huertos, y esta es una etapa que puede durar dos temporadas. Aquí, la estrategia de fertilización está encaminada hacia producir un crecimiento radicular. Para ello, serán clave las aplicaciones de fósforo y nitrógeno y enraizantes, con el fin de hacer crecer raíces y fabricar madera. La siguiente etapa está enfocada en seguir construyendo madera y llenar los espacio del huerto. En esta fase, serán importantes elementos como el nitrógeno, fósforo y potasio, que sentarán las bases para que, posteriormente se tengan frutos de calidad y se pueda continuar con un exitoso proceso de fabricación de madera. Así, a la tercera hoja, se logrará una primera cosecha que estará entre 600 kg/ha y 1.000 kg/ha, que incluso se podrá cosechar mecanizada. “Eso lo lograremos habiendo hecho todo el manejo previo de tres años de crecimiento, teniendo un árbol muy bien fertilizado, muy bien regado y habiendo trabajo muy bien el tema de las raíces.
Tras ello, viene la etapa productiva del árbol, donde las podas se van minimizando hasta que llegará el momento que no se podarán. Así, la renovación de sus centros frutales será solo por estructura y porque hicimos una buena formación inicial para lograr una buena interceptación de luz. “Así mantenemos un equilibrio que nos llevará a poca mano de obra de poda y alta productividad”, subraya. Tras ello, se intentará mantener una muy buena raíz activa, tener huertos sanos de plagas y enfermedades; todo ello induciendo a una buena oferta floral.
Un punto no menos importante es tener una alianza con los apicultores, ya que ha aumentado la conciencia de tener colmenas sanas y de calidad cuando estamos en floración. La clave es hablar el mismo idioma con el apicultor, es decir, el apicultor llega con buenas colmenas, con una buena población de abejas recolectoras de miel o pecoreadoras que son las que hará la polinización cruzada entre la variedad y el polinizante, lo que es vital para tener buena producción de almendro”, concluye.
Fuente: Nota de autoría de Redagrícola