Por Fernando Santibáñez, doctor en Bioclimatología y director de investigación y postgrado de la Facultad de Ciencias de la Naturaleza de la Universidad San Sebastián.
En tiempos de incertidumbre climática, la prudencia y la precaución son clave para asegurar la sostenibilidad de los cultivos a largo plazo, declara el experto.
En una entrevista exclusiva con el renombrado experto en clima, académico y doctor en Bioclimatología, Fernando Santibáñez, se arrojan luces sobre el desarrollo actual del otoño y las proyecciones para el invierno en términos climáticos, así como las precauciones que deben tomar los productores de huertos frente a las condiciones adversas.
El otoño se caracteriza por un perfil ligeramente cálido y seco, con la presencia de días inusitadamente calurosos. Aunque se vislumbran signos de refrescamiento, Santibáñez advierte que este otoño no sigue los patrones normales y podría mantenerse en una tendencia cálida y seca.
¿Cómo describiría el desarrollo del otoño hasta ahora en términos climáticos? ¿Hay alguna tendencia notable que esté afectando la temporada?
F.S: Hasta ahora el otoño se perfila algo cálido, tuvimos 11 días de temperaturas muy altas para el mes, pero ya ha dado señales de refrescarse un poco. No creo que sea un otoño muy normal, será ligeramente cálido y seco.
¿Cuáles son las principales características climáticas que están marcando este invierno en comparación con años anteriores?
F.S: Este invierno tendrá dos fases, mayo y junio que aún tendrá restos de El Niño, y de julio en adelante, en que estará completamente instalada la Niña, luego esperamos una segunda mitad del invierno y toda la primavera más bien seca y, probablemente con episodios fríos (heladas) típicos de año Niña.
¿Qué precauciones deben tomar los productores de huertos en el centro norte y centro sur del país, especialmente en sectores que han sido particularmente afectados, como Limarí?
F.S: Lo más probable es que este año sea un año de estrechez hídrica. La mayor probabilidad está del lado de ser deficitario y como la nieve del año pasado se derritió completamente debido al verano cálido, los caudales estarán bajitos.
Este será un año en que se deberán tomar todas las precauciones para almacenar y ahorrar agua.
Estamos generando un artículo junto al asesor Rodrigo Rivadeneira sobre si regar o no en invierno, ¿cuáles son las principales consideraciones que los agricultores deben tener en cuenta al tomar decisiones de riego durante esta temporada?
F.S: De haber agua en invierno, el riego invernal es una buena decisión, pues así ocupamos el suelo como reservorio al menos para sortear la primavera seca.
Además se ha visto que las raíces no pueden quedar muy en seco en invierno, se afectan y con ello se debilitan los árboles. Eso es un problema de Coquimbo al norte.
¿Qué factores específicos del clima y de las condiciones del suelo podrían influir en la decisión de regar o no durante el invierno?
F.S: Suelos muy secos de todas maneras deben regarse. Esperar la caída de hojas para evitar rebrote pues el otoño estaría algo templado.
¿Hay alguna otra precaución o medida de manejo que considere importante para los agricultores en esta temporada de otoño e invierno, dadas las condiciones climáticas y los desafíos específicos que enfrentan los huertos en la región?
F.S: Como una manera de atenuar los posibles efectos de una sequia a partir de la primavera, reducir el exceso de follaje para que los arboles resistan mejor una posible falta de riego. Ser más conservadores con la fertilización nitrogenada para evitar exceso de vigor igualmente.
Es un año de riesgo, hay que hacer una economía de guerra del agua, aunque ello signifique renunciar a una alta producción, es mejor apostar a una producción menor pero no debilitar los árboles.
Por Fernando Santibáñez, Bioclimatólogo, Sistemas y Modelos Ambientales, académico del departamento de Ingeniería y Suelos, y director del Centro de Agricultura y Medio Ambiente de la U. de Chile (AGRIMED).
El cambio climático es una de las tantas consecuencias que ha provocado que se estén presentando ondas más prolongadas e intensas en la actualidad.
Estas ondas de calor se originan en un avance anómalo del Anticiclón del Pacífico, que se instala con mucha potencia sobre la zona central, comprimiendo el aire superficial, donde hace que el aire se eleve muy poco, por lo que todo el calor solar queda confinado a los primeros cientos de metros de la atmósfera. Lo mismo que nos afecta para la contaminación en invierno ocurre ahora con esta verdadera “trampa de calor”, se pone una tapa sobre el Valle Central que impide que se ventile adecuadamente.
Se generan estas acumulaciones de calor que están durando más de una semana. Esto tiene efectos bastante importantes sobre la agricultura, sólo que no son visibles de inmediato, ya que produce un efecto crónico no agudo, a diferencia de una helada que uno ve al día siguiente el efecto. Acá es una consecuencia que hace que la planta se desgaste enormemente durante la onda de calor, porque tiene que defenderse para no morir. Esa defensa consiste en metabolizar ciertas “proteínas del calor” que protegen las células para que estas mantengan su funcionalidad y no colapse, eso es un esfuerzo metabólico enorme que es le resta materias primas a la producción. Eso quiere decir que la planta está distraída en cosas que no son productivas mientras dure la onda de calor.
Lo anterior, a la larga se traduce en problemas de calibre, producción y calidad. Sabemos que en estos casos las nueces se “pardean”, quitándole valor comercial. Estos son efectos negativos que se vienen a apreciar tiempo después, durante la cosecha.
Ahora, ¿qué podemos hacer? No son muchas las cosas que tenemos a mano para manejar esta situación, no podemos enfriar al aire, las plantas si o si van a estar sujetas a un golpe de calor que les va a afectar su metabolismo cuando las temperaturas se disparan por sobre los 33°C.
Podemos atenuar el efecto usando el sistema de riego presurizado, activándolo por breves períodos intermitentes de 20 minutos para bajar la temperatura de las plantas. El efecto positivo se logra ya se aplicado el agua al suelo o mejor aún, en el follaje, de manera de producir un enfriamiento evaporativo de las plantas y con eso lograr neutralizar bastante los efectos negativos de la onda de calor.
No todo el mundo tiene esta posibilidad, por lo que la otra opción es usar pantallas químicas, que son más bien preventivas. Cuando se prevé que viene alguna onda de calor se aplican sobre el follaje, como polvos de cristales que le dan un color blanquecino a la hoja y que hacen que la temperatura de estas no se eleve tanto durante las horas del día, porque reflejan la radiación solar y con eso conseguimos mejorar entre 5 a 6 grados la temperatura de la hoja, evitando exceso de estrés.
Como ya sabemos, los veranos están viniendo con muchas ondas de calor así que probablemente esto va a ser una práctica de uso corriente en el futuro.
El último recurso que tenemos cuando los daños ya se han producido, es tratar de recuperar el árbol a través de bioestimulantes que de alguna manera contribuyan a que el árbol recupere el tiempo que perdió durante la onda de calor de manera más rápida en los siguientes días.
Contexto actual
La situación presente la estamos viendo en los últimos cinco años, nunca habíamos visto en Chile que las ondas de calor duraran más de 4 días, siempre duraban 3 a 4 días, luego de lo cual se activaba el ingreso de aire marino que traía aire fresco y una capa de nubes al valle central.
Por lo que estábamos acostumbrados, que después de dos o tres días de calor se nublaba y bajaba la temperatura, pero ahora es tan extenso el anticiclón que esto no ocurre y persiste por más días. En muchos casos esta indeseable presencia cercana del anticiclón se está conjugando con vientos del Este, que bajan de la cordillera porque la presión aumenta mucho al otro lado de la Cordillera de Los Andes y se forma un corredor de baja presión (vaguada costera) en la costa chilena. Cuando se dan estas tres condiciones, tenemos la tormenta perfecta de aire caliente sobre el valle central. El aire a presión que baja de la cordillera en el lado chileno es conocido como raco, puelche, mistral o terral, y viene a agravar el problema, ya que llevan la humedad relativa a valores muy bajos (10%) en horas de la tarde, lo que agrega al estrés térmico, un estado de estrés hídrico a las plantas.
Esta es una imagen del día 15-12-2022, mostrando el aire caliente que trae el anticiclón en la costa y el aire caliente que llega desde el Este, cruzando la cordillera.