¿Debo regar en invierno? Esta interrogante es clave de resolver si se quiere mantener en buen estado los árboles, teniendo en claro que cada época tiene su forma de tratar a los frutales.

Rodrigo Rivadeneira, asesor de almendros y cofundador de Trinuts, ofrece valiosas perspectivas sobre el cuidado de los árboles frutales para asegurar su salud y una cosecha óptima año tras año.
Es fundamental comprender que los almendros de la zona son de hoja caduca, lo que significa que atraviesan un período invernal sin hojas. Sin embargo, esto no implica que no necesiten agua, aunque sus requerimientos hídricos sean mínimos debido a la baja evapotranspiración.
Rivadeneira señala que, para gestionar la humedad durante el invierno, es crucial considerar tres aspectos: las necesidades del árbol, la capacidad de almacenamiento de agua para enfrentar futuros déficits hídricos y la posibilidad de requerir agua para fines sanitarios.
En cuanto a las necesidades hídricas, se estima que para una especie de hoja caduca en invierno, se requiere aproximadamente 1 mm. de agua por día para cubrir la evaporación del suelo y mantener la hidratación de las raíces.
El cambio climático ha generado un impacto significativo, reduciendo las precipitaciones y provocando déficits hídricos cada vez más tempranos en la temporada. Como consecuencia, es vital gestionar el agua de manera eficiente desde el inicio del invierno para garantizar reservas suficientes para el desarrollo de los árboles y la calidad de la cosecha.
En el caso de comenzar con el suelo a plena capacidad de campo se obtendrá una reserva hídrica de por lo menos un mes, por ejemplo, “si tengo agua de canal o pozo me alcanza hasta el mes de diciembre y soy capaz de cubrir la temporada con mi oferta hídrica, mi déficit será un mes después, en el mejor de los casos podré llegar hasta enero, mes en el cual no perderé peso ni llenado de la pepa de las almendras, de ahí en adelante estará en juego las reservas y el término de temporada que condiciona la floración de la próxima temporada”, explica el experto.
En cuanto a la gestión del riego, se recomienda realizar riegos largos y profundos en invierno para lavar el suelo de sales y asegurar una adecuada infiltración del agua.
Explicación en láminas
La lámina número 1 es muy simple y muestra la capacidad de un suelo de almacenar agua por metro cuadrado por un metro de profundidad, si hacemos un ejercicio sencillo para un suelo franco.
Primero, es importante comprender que 1 litro por metro cuadrado equivale a 1 milímetro de agua, lo que significa que 158 litros se traducen en 158 milímetros por hectárea en un suelo franco. Un diseño de riego óptimo para almendros generalmente apunta a una tasa de aplicación de alrededor de 1,7 milímetros por hora. Con esta premisa, dividimos los 158 milímetros entre la tasa de aplicación de riego de 1,7 milímetros por hora para obtener el tiempo necesario para completar el riego, promediando en 93 horas. Este tiempo de riego se calcula para alcanzar una profundidad de riego de 1 metro; sin embargo, si el suelo es más profundo, se puede extender el riego para acumular una mayor cantidad de agua.

Lámina 1. Textura del suelo/Litros por m2 en un metro de profundidad
Otra recomendación importante es tener en cuenta que el cálculo se realiza para 1 metro cuadrado de área, considerando que una hectárea comprende 10,000 metros cuadrados. Por lo general, el diseño de riego suele emplear una doble línea de goteros, cubriendo idealmente el 50% de la superficie o incluso menos. En consecuencia, durante los meses de invierno, se sugiere distribuir el riego utilizando dos o tres posturas de mangueras para asegurar una cobertura adecuada del área y un suministro uniforme de agua a los árboles frutales.
Una forma práctica es determinar el tiempo de riego, la profundidad a la cual queremos llegar y lo que el suelo permite por su textura y profundidad. Revisar con calicatas (lámina 4).
Por ejemplo, considerando las 93 horas de riego que hemos calculado necesarias durante el invierno, podemos distribuir 23 horas de riego en la ubicación estándar de las líneas de riego. Luego, desplazamos estas líneas hacia adentro aproximadamente 1,2 metros y aplicamos otras 23 horas de riego. Repetimos este proceso dos veces más durante el invierno, lo que suma un total de 4 riegos de 23 horas cada uno. De esta manera, conseguiremos aportar al suelo un total de 158 milímetros de agua.
En cuanto a las lluvias, no hay certeza, por ende, se necesita revisar el suelo periódicamente y ver cual es el real aporte de las lluvias, ya que a mayor intensidad mayor escorrentía superficial y menos infiltración en el suelo. “Muchas veces el agricultor cree que con la primera lluvia se terminan los riegos, grave error, ya que la primera lluvia es la que menos infiltra, por ejemplo llueve 30mm lo más seguro es que haya infiltrado 10 cms. ( lámina 3) y nuestro objetivo es llegar a la máxima profundidad como lo permita nuestro suelo para cada caso”, describe Rivadeneira.
Otro factor importante es saber que la materia orgánica es hidrofóbica, es decir, no es fácil humedecerla sobre todo cuando el suelo está seco. Por lo mismo la mejor forma de que la lluvia se infiltre en el suelo es tener el suelo húmedo, por eso la importancia de los riegos, ya que teniendo suelo húmedo se va a “cosechar agua de lluvia” y disminuye la escorrentía.
Uno de los problemas habituales en estos casos tiene relación con la Asociación de Canales o Comunidades de Agua, ya que éstas tienen como misión mantener limpios y operativos los canales de riego. Ahora bien, entendiendo que es un trabajo necesario se debe terminar en el menor tiempo posible para tener a nuestra disposición el agua para nuestros riegos invernales. Por consiguiente, debemos trabajar de la mano con las organizaciones de regantes para tener éxito en nuestros cultivos.

Lámina 2. Desplazamiento de mangueras

Lámina 3. Lluvia de 30 mm

Lámina 4. Riego 24 horas (marcar con flecha 10 cm húmedos y hacia abajo secos)
En la última imagen se muestra la calicata con humedad hasta los dos metros de profundidad, resultado óptimo para riego invernal.
En resumen, comprender las necesidades hídricas de los árboles frutales durante el invierno y gestionar el riego de manera eficiente son aspectos clave para mantener la salud de los cultivos y garantizar una cosecha exitosa.
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